Imagínate por un momento que tu principal vía de contacto con el mundo digital, ese escaparate vibrante donde interactúas con tus clientes, compartes tus novedades y construyes tu comunidad, simplemente... desapareciera.
¿Qué pasaría con tu presencia online? ¿Cómo seguirías conectando con esa audiencia que tanto valoras?
Para muchas marcas y profesionales, esta pesadilla hipotética se convierte en una realidad si su estrategia de comunicación se basa, casi en exclusiva, en el terreno inestable de las redes sociales.
Hoy en día, está clara la repercusión de plataformas como Instagram, Facebook, Twitter o LinkedIn. Entre otras cosas, nos permiten una inmediatez y un alcance sin precedentes.
Sin embargo, depositar en dichas plataformas todas nuestras bazas comunicativas puede no ser la mejor idea…
Te pregunto algo: ¿estás cometiendo el error estratégico de realizar más de un 70% de tus comunicaciones solo en redes sociales?
Si es así, te explico por qué tu estrategia de comunicación necesita ya mismo mirar más allá del scroll infinito.
¿Sientes a veces que tus publicaciones pasan inadvertidas a pesar de tu esfuerzo? No estás sola. Los algoritmos que deciden la visibilidad en las redes sociales están en constante evolución. Lo que hoy te garantiza un buen alcance orgánico, mañana puede ser relegado al olvido sin previo aviso.
Ten en cuenta, que estas plataformas tienen como objetivo mantener a sus usuarios enganchados y, en muchos casos, priorizan el contenido de pago o las tendencias del momento. Lo siento si tu visión de las redes era más romántica.
Depender de un algoritmo que no controlas puede traducirse en una disminución drástica de tu visibilidad y de tu capacidad para conectar con tu audiencia.
Esta es una verdad fundamental que a menudo olvidamos en la vorágine digital. Tu perfil en Instagram, tu página de Facebook o tu cuenta de X no son tuyos. Son propiedad de estas empresas. Ellas definen las normas, pueden cambiar sus términos de servicio en cualquier momento e incluso, seguro que conoces algún caso, cerrar tu cuenta sin una explicación detallada.
Imagina perder de la noche a la mañana años de trabajo, de comunidad construida, por una decisión ajena a ti.
A diferencia de tu página web y tu blog, sobre los que tú tienes el control total, un activo digital que te pertenece.
Aunque las redes sociales son excelentes para conectar con audiencias específicas, también tienden a encerrarnos en "burbujas" de personas usuarias con intereses similares. El algoritmo nos muestra contenido que cree que nos gustará, lo que puede limitar nuestra exposición a nuevas perspectivas y a públicos diferentes.
Diversificar los canales de comunicación te permite romper estas barreras y alcanzar a personas que quizás no te encontrarían de otra manera.
Gran parte del contenido que triunfa en redes sociales es efímero por naturaleza: stories que desaparecen en 24 horas, posts que se pierden rápidamente en el feed, o se almacenan en guardados para no ver más la luz...
Y sí, estos formatos son valiosos para la inmediatez y la interacción, pero no constituyen un legado de contenido duradero y de valor para tu audiencia.
Un blog, en cambio, te permite desarrollar temas en profundidad, ofrecer información detallada y posicionarte como una persona experta o especializada en tu nicho. Este contenido perenne atrae tráfico orgánico a largo plazo a través de buscadores como Google, y también genera confianza y credibilidad en tu marca.
Las redes sociales son geniales para iniciar conversaciones y crear una comunidad, pero muchas veces la interacción se limita a comentarios superficiales y mensajes directos intrusivos incluso.
Otros canales, como el email marketing, te permiten establecer una comunicación más directa y personalizada con tu audiencia. Al construir tu propia lista de correo electrónico, tienes la oportunidad de compartir contenido exclusivo, ofrecer promociones especiales y fomentar una relación más profunda y leal con tus suscriptores. Esta conexión directa es mucho más valiosa y menos dependiente de los vaivenes de las plataformas sociales.
A ver, no te digo que abandones las redes sociales sin mirar atrás, solo te invito a reflexionar sobre que deben ser una pieza más dentro de una estrategia de comunicación integral y diversificada.
¿Qué puedes hacer con ellas? utilíazalas para dirigir tráfico a tu blog, para hacer crecer tu lista de correo electrónico, para generar conversaciones en torno a los temas que desarrollas en tu web.
Tu página web y tu blog deben ser el centro de tu estrategia, el lugar donde tú controlas el mensaje y construyes tu presencia online a largo plazo. Complementa esto con otras acciones como el email marketing, las relaciones públicas, el marketing de contenidos en diferentes formatos (podcasts, videos en plataformas propias), y considera incluso canales offline si son relevantes para tu audiencia. De esto te hablo pronto por aquí.
En mi opinión, depender más de un 70% de las redes sociales para tu estrategia de comunicación es un riesgo innecesario en el panorama digital actual.
Está claro que son herramientas poderosas, pero su naturaleza cambiante, el hecho de que no tengas la propiedad sobre ellas y sus limitaciones de alcance nos obligan a mirar más allá del scroll.
Si eres marca o profesional y buscas construir una presencia online sólida y duradera, la clave está en diversificar los canales, que tomes el control de tu propio espacio web y blog, y establezcas conexiones más directas y significativas con su audiencia.
¿Quieres construir una estrategia de comunicación que vaya más allá de las tendencias virales y los algoritmos impredecibles?
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Foto cabecera de Prateek Katyal en Unsplash
